viernes, 23 de septiembre de 2011

Despertares


Ya no me importa mi dolor presente,
ya no me importa mi dolor pasado,
el porvenir lo espero indiferente...
lo mismo es ser feliz que desgraciado.

Sólo ambiciono de fastidio yerto,

cansado ya de perdurable guerra,
el acostarme en mi cajón de muerto
dormir en paz debajo de la tierra.
Antonio Plaza Llamas

Ahora vas a tratar de sacar la cabeza y respirar. Pero, quién sabe, después de tanto tiempo debés tener la nariz llena de tierra, ambas fosas tapadas hasta la garganta. Vas a desear el aire entrando en tus pulmones y vas a abrir la boca para acaparar el viento de la noche, pero tu lengua seca no se mueve entre los terrones duros y ya no hay saliva goteando entre tus dientes. El grito se te muere antes de tiempo, sin fuerza en la boca repleta de escombros masticados. Vas a sentir los estertores del ahogo, mudo en el silencio de la noche. No desesperes sin embargo, tratá de recordar los años inmóviles de reposo y de letargo.
No quieras mirar, tus ojos arenosos de lagañas pétreas ya no saben de la luz. Cayeron sobre ellos montañas de sombras derrumbadas y los párpados pegados ya no admiten lágrimas de redención.
Los brazos y las piernas, el cuerpo entumecido y seco se olvidaron del vaivén y el movimiento. Son años de yacer bajo la tierra, simulacro de una muerte sin adiós.

Trataste y no pudiste, soñaste y no supiste salir de ese sepulcro. La parca vuelve hambrienta a clausurarte al fin. Podrías perderte para siempre.
Pero una mano simple, de suavidad latente, te despeja la frente de tanto polvo antiguo, te despeina los ojos con humedad infinita hasta salvar al mundo en tu mirada. Unos dedos largos hurgan en tu boca, socavan la mina removiendo escombros mientras la lluvia hace alianza con los dedos probos y juntos amansan la arcilla tenaz.
Sos vos, sos sangre aguzando los sentidos nuevamente, estímulo de una caricia sin cara que te empuja al camino de la historia. Sos carne, sos tiempo volviendo al ahora. Podrías perderte para siempre. Podrías volver para quedarte.



lunes, 11 de julio de 2011

Murió Facundo Cabral asesinado en Guatemala


Quien haya visitado Guatemala sabe que es un país hermoso. Los  templos Mayas como Tikal o Yxhá perdidos en medio de la selva nos remontan a épocas mágicas cargadas de simbolismo místico, los aromas y colores tradicionales de los mercados como Chichicastenango, el mundo mágico de Panajachel y sus pueblos que viven a orillas del lago Atitlan  perdidos en el tiempo, las aguas color zafiro  del lago que invitan a bucear al mismo tiempo que los tres volcanes se alzan majestuosos en el lugar. Todo es hermoso.
Llegar a Antigua es coronar el viaje en un lugar impregnado de historia, tradiciones, comidas deliciosas,  naturaleza exuberante, gente amble, jade, plata, mucha belleza.


Podría continuar, Guatemala tiene destinos maravillosos. La mezcla entre la cultura maya y la española ha dejado esa impronta especial que tienen los destinos coloniales de América.
Pero Guatemala tiene también su capital, la ciudad de Guatemala. Fea como pocas, insegura y para nada interesante, esta ciudad es un lugar para evitar. El turista va a parar seguramente en el distrito 10, barrio asignado a los hoteles internacionales y a los restaurantes de primer nivel. Llegará en un transfer desde el aeropuerto y verá ante la puerta del hotel un guardia armado con una Ithaca. Si se anima a caminar unas cuadras, cosa desaconsejada por todos los habitantes locales, verá más guardias armados por todas partes. Si toma un city tour en una camioneta que nunca abrirá sus ventanillas, verá que los camiones de reparto abren sus puertas traseras y antes de descargar salen custodios armados protegiendo la mercadería. Frente a las casas importantes guardias armados, en los coches de algún empresario guardias armados. La ciudad de Guatemala es un gigantesco  frente de batalla repleto de barrios cerrados con cuatro llaves en los suburbios. Y ahí, en ese paraíso de la violencia fue a morir asesinado Facundo Cabral.
El destino es caprichoso e inexplicable. De haber esperado el transfer que lo llevaría al aeropuerto, Cabral aun estaría vivo. Seguramente estaría contando la historia, con su modo tan particular de relatar, sobre el  empresario muerto en el camino que él debía tomar en ese momento y como por pura casualidad había eludido por segundos las balas que atravesaron la camioneta.
Pero el destino fue antojadizo, y Facundo murió de manera cinematográfica junto a ese empresario, los colombianos que tienen los derechos para filmar su vida no pudieron obtener mejor final.
Facundo Cabral tuvo una vida distinta, mágica, dolorosa, repleta de mística y rodeada de personajes míticos y maravillosos. Sus pequeñas historias y sus pequeñas canciones fueron enormes. Tan mínimas como rebosantes de contenido.
Siempre me gustó escucharlo, me hacía reír, emocionar, me hacía cantar esos versos fáciles y pegadizos de sus melodías. Aun en la eterna repetición encontraba placer. Y él hacía eso, nos repetía las historias como quien canta una canción de cuna o como quien lee por enésima vez el mismo libro a un niño. Porque en el conocimiento de la historia estaba la gracia, uno sentía que lo conocía, que compartía su vida y su memoria. La madre de Facundo, Perón dándole trabajo, el linyera de Mar de Ajó que lo colocó en este camino, la madre Teresa, Borges, el amor por María Teresa, todos formaron parte de nuestra vida también gracias a él.

Facundo Cabral cantaba,
No crezca mi niño,
No crezca jamás,
Los grandes al mundo,
Le hacen mucho mal.

El hombre ambiciona,
Cada día más,
Y pierde el camino,
Por querer volar.

Vuele bajo,
Porque abajo,
Está la verdad.
Esto es algo,
Que los hombres,
No aprenden jamás.
Por correr el hombre
No puede pensar,
Que ni él mismo sabe
Para donde va.

Siga siendo niño,
Y en paz dormirá,
Sin guerras,
Ni máquinas de calcular.

Se fue sin querer guerras y se fue teniendo razón, los hombres, “el” hombre, no aprende jamás.

martes, 31 de mayo de 2011

Relaciones invasoras

De pronto alguien se cuela en tu vida casi sin pedir permiso. Puede ser un vecino, la madre aburrida de un compañero de tus hijos, la dueña de un negocio medio muerto del barrio, un pariente que no ves hace mil años o que ni siquiera conocés, el amigo de un amigo de un amigo. Puede pasar que te resistas y te sacudas como un perro mojado para alejarlo y que acampe en otras playas. Pero ese alguien vuelve y persiste en su cometido pasando por sobre tu cansada voluntad. Puede utilizar todos los medios a su alcance para llegar a vos. Tocar el timbre de tu casa, llamar por teléfono a toda hora, enviarte reiterados saluditos por interpósita persona, prestarte cosas que no le pediste y no necesitás, llenarte la casilla de mails, ubicarte en el facebook (ahhhhh, el facebook, qué lindo tema, cuántos reencuentros que al principio pudieron parecer hermosos,(obviamente después del shock que causa ver a alguien after 30 years)) , nos generan  alegría, revivimos momentos inolvidables, reímos con las anécdotas; pero después, ahhhh amigo, hay que sobrevivir al después y remontar una relación con alguien con quien te une… veamos, te une…nada, qué carajo te une??
Bueno, volvamos a lo nuestro.
Expongamos un caso testigo; vas todos los días a la escuela a llevar a tus queridos hijitos, charlás con las madres de los  compañeritos, con alguna tenés mas feeling, vas a desayunar de vez en cuando o te reís un rato, hasta que volvés a la aspiradora y al lavarropas o corrés al trabajo en el auto que dejaste estacionado en doble fila mientras el transporte escolar no puede parar para bajar a los chicos y todos los padres varones tocan la bocina para que los dejes pasar.
Inesperadamente un día se te cuelga una madre que parece conocerte de siempre aunque vos nunca la hayas registrado en tu vida y entonces comienza un largo y sinuoso camino para convencerla de que no te interesa dejarla entrar. No, no, nooooo, pero no. Hay personas persistentes y que parecen no comprender el mensaje. Uno no es maleducado y por consiguiente no pretende tampoco lastimar al prójimo, pero cuando todas las técnicas fallan y el mensaje, recontra explícito, no es comprendido, nos volvemos de pronto antipáticos, asquerosos, hacemos cosas impensadas para liberarnos de la garrapata. Tu amiga, porque aunque no te hayas dado por aludida para ella sos “su” amiga, lejos de ofenderse te invita a su cumpleaños, al cine, a tomar algo, a su casa, quiere que los chicos se hagan muy amigos, porque lo más lindo es que las madres y los chicos sean todos amigos para compartir esos inolvidables momentos que de otro modo serían imposibles con los niños de esa edad. Tu hijo se resiste a ser amigo de ese chico tanto o más que vos. Ella no lo comprende, insiste en compartir las tardes a la salida de la escuela, te llama, te persigue, quiere que los pequeños hagan juntos la tarea. Las reiteradas excusas no doblegan su entusiasmo, por el contrario parece lamentar tus contratiempos y arremete con más ímpetu para que la próxima “se haga”.
Un día comienza a celarte. Si te ve salir con otras madres o si se entera que las invitaste a tu casa o fuiste a las de ellas, podés esperar sin temor a equivocarte una escena de celos y del peor resentimiento. De nada vale explicarle que no tenés ningún compromiso con ella, ya te dije, aunque vos no te diste cuenta, sos su mejor amiga.
Complicado es salir de estas situaciones, más si uno se equivoca siendo amable y simpático en los primeros acercamientos. Estas personalidades un poco cercanas a la psicopatía no pueden separar un gesto amable de una declaración de amor.
Lo peor de todo viene cuando uno por cansancio se deja ganar. Es posible que después de tanta insistencia uno crea que es mejor ceder y relajarse, hacerse amigo y no sufrir más persecución. Vas a la casa y obligás a tu pobre hijo a hacerse amigo del niñito histérico y detestable de la susodicha, pero como ella está feliz los colma de atenciones. Y vos, ya resignada, te sentás a escuchar los interminables relatos de su vida. Porque obviamente no hay otro tema que no sea ella, ella, su familia y ella.
Mientras tanto su hijito se encarga de torturar al tuyo, es gente incansable, inquieta, agotadora. Siempre despliegan una batería de terribles acontecimientos que envuelven su diario vivir. Te consumen con sus problemas y sus reclamos hasta el último vestigio de energía, y cuando ya nada te queda por dar, cuando te ven sin fuerzas y agónico ante sus arremetidas, de pronto encuentran otro objeto del deseo y te abandonan.
Podría parecer que esto es bueno, que por fin uno se puede liberar, pero a esta altura uno queda expuesto a su propia estupidez y se pregunta cómo fue en primer lugar que se dejó convencer por tanta locura. Aunque parezca raro, la bronca y el rencor te ganan. Y sí, te sentís realmente usado y abandonado. Si al fin y al cabo no era uno el que quería esta “amistad”.
Después de un tiempo, finalmente agradecés haber escapado del infierno, pero bueno, hay que mantenerse alerta porque siempre hay otro candidato esperando encontrar el vellocino de oro en tu compañía e instalarse en el trono de tu vida.

miércoles, 11 de mayo de 2011

El Tiempo no pasa




Esta tarde que se desliza sobre nosotros se presenta llena de nostalgia. No me cabe más verde en las pupilas que se agrandan repletas de memorias, de tus manos empujando mis ganas incipientes de mantener el equilibrio en mi nueva bicicleta anaranjada.
Esta tarde, de parque casi otoñal, me atrapa en el túnel del recuerdo y te veo tomando el café en aquellas tacitas de plástico con rayas de colores, la torta húmeda de nuez que tanto te gustaba, el sapo asomando bajo el arbusto de otra tarde casi igual pero más feliz, con los chicos corriendo y tus ojos disfrutando de sus travesuras.
Después, el hilo del tiempo, que no tiene fronteras en mi memoria, me arrastra más atrás, a los días de fotos en blanco y negro que reflejan los juegos de mi propia infancia contenidos y seguros a pasos de tu mirada.
La tarde soleada se me hace gris en el tiempo que evoco, aquel sol de hace años, aquel que dicen,  calentaba menos y hacía menos daño. No te me vayas ahora, quedate un poco más en mi nostalgia, llevame en el Falcon por las calles de arena húmeda de una de esas tardes lluviosas de Villa Gesell. Sentate conmigo un domingo a la mañana en Friends a leer el Clarín,  tomando tu café mientras yo hojeo ansiosa la revista de Disney tomando feliz mi Coca –Cola.  Dejame que salte arriba tuyo para exorcizar esa siesta interminable, para que ya no escuches  futbol en la radio, para que sea sólo yo quien ocupe tu tarde.
Ahora cuando Marley, las rastas y la rebeldía pueblan mi vida de madre, me pregunto muchas veces con fatal melancolía, cómo hubieran sido mis días y los de mis hijos de tenerte. Yo que crecí abrigada por el amor de mis abuelos, hubiera deseado lo mismo para ellos.
Te extraño viejo, nunca dejé de hacerlo. El tiempo no pasa en mi corazón y todos los días pienso que fue ayer cuando te fuiste.

lunes, 21 de marzo de 2011

STAPELIA GRANDIFLORA


Qué pensaran de mis ojos que se pierden entre espinas y tierra. Algunos dirán que la locura ya sembró su semilla en mi futuro. Otros me verán con paciencia displicente y pasarán de una vida perdida en cientos de macetas.
Hoy reventó mi Stapelia Grandiflora. Yo fui feliz.


viernes, 25 de febrero de 2011

Vuela Bajo






Por andar mirando el cielo se olvidaron del cerro.
Esperando “la experiencia extraordinaria” de avistar un ovni, se olvidaron de la tierra, del río, de la menta y de la piedra. Tratando de convocar con la mirada y con los mantras a los seres de luz en las noches despejadas de Cuchi Corral, relegaron a las constelaciones y a la maravilla de envolverse en la vía láctea. Los cielos de Capilla del Monte quitan el aliento, más si el que asoma su mirada es de una ciudad cuyas luces apagan las estrellas.

Uno podría pasar horas y meses sentado frente al cerro. En cada momento del día el sol lo tiñe de colores diferentes. Las sombras y las nubes dibujan figuras siempre cambiantes y hermosas. Las estaciones del año visten al Horco Quebracho de dorado y rojo antes de perder sus hojas. A medida que nuestros ojos ascienden por la ladera, el paisaje se altera y donde había Quebrachos ahora hay Cocuchos, y después Romerillos y más arriba los pastizales serranos, los roquedales que avistan a los halcones y águilas moras sobrevolando la cima, entregados a los vientos sin aletear. Parecen planear sin fin, flotar en el cielo azul llevadas por las corrientes, suavemente, como un ala delta entre las nubes.
Pero en algún lugar entre el río Calabalumba, que es agua que canta entre las piedras, y el cerro eterno, la invisible y evasiva entrada a Erks, capturó la voluntad de tantos cientos. Ya no ven a los cactus, ni escuchan cantar al Rey del Bosque con su suave melodía. Tan sólo esperan ese encuentro mágico e increíble, cerrándose a la verdadera magia del lugar.


jueves, 24 de febrero de 2011

Capilla del Monte

Esta vez caminamos con los ojos alertas, “donde hay una formación rocosa hay cactus” fueron sus palabras, y entonces aparecen, dónde no los había ahora están, se muestran ante nosotros como un regalo, sólo para iniciados. Podíamos haber caminado kilometros sin siquiera notarlos, se mimetizan con el paisaje, se vuelven invisibles a los ojos distraídos del caminante. Pasamos por el mismo lugar, sacando fotos, admirando el lago en la distancia, husmeando en el aire el aroma de las hierbas, pero los cactus indetectables como en un estereograma esperan al ojo entrenado para aparecer.
Esta vez mis ojos vieron, mi espíritu se colmó de alegría y fue difícil separar mi cuerpo del lugar. Mi alma y mi mente aun siguen allí.