viernes, 23 de septiembre de 2011

Despertares


Ya no me importa mi dolor presente,
ya no me importa mi dolor pasado,
el porvenir lo espero indiferente...
lo mismo es ser feliz que desgraciado.

Sólo ambiciono de fastidio yerto,

cansado ya de perdurable guerra,
el acostarme en mi cajón de muerto
dormir en paz debajo de la tierra.
Antonio Plaza Llamas

Ahora vas a tratar de sacar la cabeza y respirar. Pero, quién sabe, después de tanto tiempo debés tener la nariz llena de tierra, ambas fosas tapadas hasta la garganta. Vas a desear el aire entrando en tus pulmones y vas a abrir la boca para acaparar el viento de la noche, pero tu lengua seca no se mueve entre los terrones duros y ya no hay saliva goteando entre tus dientes. El grito se te muere antes de tiempo, sin fuerza en la boca repleta de escombros masticados. Vas a sentir los estertores del ahogo, mudo en el silencio de la noche. No desesperes sin embargo, tratá de recordar los años inmóviles de reposo y de letargo.
No quieras mirar, tus ojos arenosos de lagañas pétreas ya no saben de la luz. Cayeron sobre ellos montañas de sombras derrumbadas y los párpados pegados ya no admiten lágrimas de redención.
Los brazos y las piernas, el cuerpo entumecido y seco se olvidaron del vaivén y el movimiento. Son años de yacer bajo la tierra, simulacro de una muerte sin adiós.

Trataste y no pudiste, soñaste y no supiste salir de ese sepulcro. La parca vuelve hambrienta a clausurarte al fin. Podrías perderte para siempre.
Pero una mano simple, de suavidad latente, te despeja la frente de tanto polvo antiguo, te despeina los ojos con humedad infinita hasta salvar al mundo en tu mirada. Unos dedos largos hurgan en tu boca, socavan la mina removiendo escombros mientras la lluvia hace alianza con los dedos probos y juntos amansan la arcilla tenaz.
Sos vos, sos sangre aguzando los sentidos nuevamente, estímulo de una caricia sin cara que te empuja al camino de la historia. Sos carne, sos tiempo volviendo al ahora. Podrías perderte para siempre. Podrías volver para quedarte.