jueves, 13 de enero de 2011

A imagen y semejanza

Tanta historia para nada. Un día te despertás muerto y ya no te molesta la luz del sol de la mañana, ni te duele el cuerpo de esa noche mal dormida, ni podés abrir la boca para protestar porque te usaron el agua caliente y te tenés que duchar con agua fría.
Si pudieras, claro que ya no podés, te preguntarías para qué tanto sufrimiento y en qué estaba pensando Dios cuando nos hizo a ¿su imagen y semejanza? ¿Su imagen será la del hombre “macho” como todos nos lo dibujamos en la mente? ¿Y la mujer qué onda??
Y cuando hablamos de imagen y semejanza ¿¿¿a qué corno nos referimos??? ¿Solamente a lo estético, a lo psíquico, a lo físico? ¿Se enferma Dios, le duele la muela, se enamora, llora por causa de un adiós, se indispone?
Todos sabemos que el transcurrir de nuestra vida en la tierra es de permanente dolor. A uno siempre le duele algo, si no es de afuera es de adentro y si no es físico es mental, pero el dolor es continuo. Parirás con dolor, nacerás con dolor, jugarás y habrá dolor, amarás y habrá dolor. Pain, dor, Schmerz, doleur, todos tenemos una palabra para denominarlo, todos lo conocemos y lo padecemos, lo padecimos y/o lo padeceremos.
Distintas enfermedades hacen de la vida del hombre un terrible calvario; cólicos renales, canceres horribles  y diversos (¿y la cura prometida para cuándo?), pinzamientos de vértebras, quebraduras de huesos, ¡hemorroides! Y ni que hablar  de cuando te tienen que curar de estas enfermedades; operaciones y el consiguiente miedo a la anestesia total (cuidadooo, viene el dolor mental), post operatorios largos y traumáticos, estudios invasivos, tornos chirriantes que te horadan los dientes, muerte a la raíz para terminar con el tormento, peridurales anti contracciones, prótesis de rodilla que indefectiblemente se infectan, pastillas que te curan de un lado y te enferman peor del otro, inyecciones, quimioterapias que te dejan sin defensas,  pelado y vomitando, anos contra natura… en fin, ya me fui al carajo, pero es así y la enumeración no tiene fin. Por cada parte del cuerpo podemos encontrar infinidad de males y de dolores.

Quemaduras, accidentes, guerras, violaciones, torturas, erupciones volcánicas, tsunamis, terremotos, todo, todo, trae dolor.
La pérdida de un ser querido, el abandono, la codicia, la envidia, los celos, el hambre, la locura,  traen dolor. La pobreza, la soledad, la maldad y la soberbia también.
La felicidad va y viene, como la plata. El dolor no, el dolor está en nosotros y vino para quedarse.
Y entonces un día te morís y si Dios existe llegarás  a él con los ojos bien abiertos (o el alma o lo que sea) para verlo de cerca, para evaluar así lo de la imagen y semejanza y preguntarle con la mente liberada de ataduras terrenales, ¿por qué Dios, por qué tanto dolor?